Sólo hay un lugar donde vuelan los peces y las raíces crecen hacia la luz; donde las hojas de los árboles, bajo la tierra, se alimentan de silencio.
En ese lugar las calles son pasto de toros sin fuerzas y las aves han perdido su canto entre el humo que, en el aire, ocupa más espacio que el viento.
Allí se vive dormido y se duerme despierto. La realidad es un desengaño. No hay niños ingenuos, ni perros ladrando. No hay hombres que lloren ni pidan amor; ni mujeres con un gramo de más en su cadera que desequilibre su camino hacia la nada sobre agujas de tacón.
Es un lugar pintado en colores extraños, por muchos años en sequía. Y así fue, hasta que llegó la lluvia y lavó los muros y pintó de nuevo, con su olor a madera, la conciencia.
Certera metáfora para despertarnos la conciencia en estos tiempos posmodernos.
ResponderEliminarSaludos ;-)
Muchas gracias Jorge! :)
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